El valioso esfuerzo por querernos más.

 

aceptamos

CarmenSandovalCOACH

El otro día me levanté con angustia a causa de lo que fue un claro error de programación de la alarma. Al respecto hago un paréntesis, para destacar la importancia de que, una vez que decidas la hora a la que deba sonar el despertador, ¡lo actives! esto es útil para que el efecto sea total…

 

Pues sí, al despertar pensando que tendría mucho menos tiempo para salir hacia el trabajo, me di cuenta que mi reloj biológico no era más preciso que el atómico de estroncio que está en Maryland, pero se defendía honrosamente por lo menos para fines más cotidianos, y que los 5 minutos perdidos no serían tan graves.

 

Entré a la cocina, donde por fortuna mis predecesores en el uso de la estufa, ya habían dejado unos huevos revueltos con jamón, que bien resolvían una urgencia más, en esa mañana.

 

El hecho es que agarré el sartén y sin más, volqué el desayuno que amablemente habían dejado para mí en un plato. Segundos más tarde, el desayuno era historia.

 

Ya de camino a la oficina escuché un programa en la radio, que hablaba del gran valor que culturas orientales dan a los momentos en que se sientan a comer. Me gustó especialmente la idea de que en ese tiempo retomaban la relación profunda entre el humano y la naturaleza. Durante ese lapso, una persona, que de por sí forma parte de la misma naturaleza; integra a su ser la energía y materia que lo compone todo, en forma de arroz, agua, plantas, carne, sal. Un momento absoluto de comunión de una especie viva, con el mundo del que forma parte.

 

Todo esto escuché con atención y recordé de pronto mi desayuno, digamos cuando más, tibio…

 

La temperatura de esos huevos con jamón, ya de primera instancia habían llamado mi atención al no llenar la expectativa de sabor y placer que suele dar un desayuno correctamente servido y ¡caliente!, pero ahora, con la reflexión nipona en el otro plato de la balanza, me di cuenta de lo poco respetuoso que fui con todo… con la gallina (lo menos), con el puerquito (Q.E.P.D.), con el cosmos, y por supuesto conmigo. Ahora que lo pienso, todos merecíamos más meiyo (honor como dirían en Japón). No era mucho pedir. Tal vez con calentar el desayuno y tomar esos minutos para mí, habría dado su correcto lugar a todo, y yo habría dado un sitio más relevante a mi persona en mi propia vida. Estoy de acuerdo.. no es tan grave. Pero sí puede ser un síntoma.

 

La verdad es que si bien procuraré en el futuro darme un mejor trato, lo más significativo que me llevaré de esta experiencia, es la oportunidad de pensar en lo importante que es esforzarnos por querernos más. El punto es que si eso no lo logramos, las repercusiones de esos descuidos llegan mucho más lejos… piénsalo… si no te quieres bien, seguramente aceptarás más desayunos fríos, pero también aceptarás el empleo que sea, el reconocimiento que sea, trabajar donde sea, ganar lo que sea para resolver lo necesario, ocupar tu tiempo en lo que se pueda, hacer lo que sea “posible”… Creo que todo está en que te dejes de querer un poco, para que luego todo sea imparable…

 

Si nos dejamos de querer, tampoco generaremos mejores ideas (ya que posiblemente pensaríamos cosas como: “para qué si así estoy bien y no merezco más”), no nos daremos tiempo para descansar, o para aprender, o para disfrutar.

 

Querernos poco puede llevarnos a pagar un precio muy alto. El del conformismo.

 

Sin embargo muchas veces el problema inicia con el hecho de que no sabemos siquiera cuánto nos queremos. Yo en lo personal, llevaba mucho tiempo sin hacerme un “examen general de autoestima”. Cuando lo haces, te das cuenta de la dimensión real de los cuidados que tienes para ti, y por ende, te das cuenta en una buena medida, qué tanto te das el lugar que mereces.

 

Haz tu propio examen, aunque se me ocurre que podemos emprender cosas interesantes para querernos más desde este momento:

  • Pensemos en nuestro plan de vida. Esto nos ayudará a no volvernos narcisistas al querernos no solo por lo que somos, sino con lo que podremos ser aún habiendo cambiado.También ese plan nos alineará con la posibilidad de llegar a querer consolidar lo que podemos ser ahora y sobre todo, lo que seremos en el futuro.
  • Desarrollemos nuevas posibilidades en nosotros mismos. Aprendamos, cambiemos, olvidemos, reaprendamos, volvamos a sorprendernos con lo que somos capaces de hacer.
  • Entreguemos una buena parte de nosotros a quienes nos necesiten. No entregaríamos algo de mala calidad a alguien que nos necesitara en amplios sentidos ¿o sí?, ergo, tendremos que mejorar el control de calidad de vida para nosotros mismos, si queremos dar a alguien, algo de valor. (Pensemos en causas, familia, pareja, etc..)
  • Mantengámonos en movimiento. Sirve para que no se acumulen calorías, que no estaría mal si las calorías fueran inteligentes y se supieran acomodar de manera correcta en nuestro estuche corporal; pero también sirve para que el dinamismo sea parte de esa señal y chispa para estar “despiertos” en todo momento. Cuidarte y alimentarte bien en todo sentido, será parte de ese esfuerzo para lograr lo que tu crees que es bueno para ti.
  • Leamos. Lo que sea, en todo momento. Eso y escuchar con atención, nos dejará saber que hay algo más para cada uno de nosotros. Nos abrirá ventanas.

A veces creo que una buena parte del cambio que quiero para mí, para mi familia, para mi país, podría darse inmediatamente si retomara simplemente la querencia de mí mismo. Esa querencia que me hiciera respetarme, ir por más, tolerar menos mediocridad y disfrutar más cada momento.

 

Requiere de un esfuerzo. De un valioso esfuerzo por darnos nuestro lugar y querernos más.

 

¿Tú te quieres lo suficiente?

Entra en contacto con nosotros: carmensandovalcoach.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Doce + 9 =

Solve : *
29 − 13 =