¿Qué máscara llevas puesta?

captura-de-pantalla-2016-09-14-a-las-10-35-28-p-m

 

Dr. José de Jesús Esquivel Rodríguez.

Los seres humanos nacemos con una gran capacidad para sentir y expresar nuestras emociones, a cada estímulo reaccionamos inmediatamente, de tal manera que constantemente liberamos nuestras energías y quedamos en paz.

 

Conforme el mundo de los adultos interviene en la vida de los niños, se va modificando el patrón original de emociones, restringiendo y fomentando el patrón del adulto.

 

Así, si el adulto no puede manejar su tristeza, tampoco podrá manejar la tristeza del infante, por lo que hará lo necesario para reprimir, cancelar y amenazar: “si sigues llorando te voy a pegar para que realmente tengas motivos para hacerlo”, “Los hombres no lloran”, o si la niña llora la madre llora más fuerte y sofoca la tristeza de la hija con una aflicción más grande. Por lo tanto el patrón original de respuesta se va alterando por uno totalmente antinatural que no le permite al niño o a la niña liberarse de la emoción genuina y su energía va rezagándose con emociones en su cuerpo, formando lo que llamamos coraza neurótica que posteriormente genera tensiones y múltiples enfermedades.

 

Por definición la palabra emoción viene del latín motion que significa movimiento o impulso, por lo tanto las emociones son las energías que nos hacen actuar para satisfacer necesidades, obviamente cuando la expresión de una emoción es alterada, no se satisface la necesidad que la originó.

 

Existen diferentes clasificaciones de emociones, de las que usualmente vamos a utilizar uno de seis tipos existentes (tres de emociones agradables y tres de emociones desagradables), dependiendo de cómo nos hacen sentir: alegría, amor, sexo, ira, miedo, tristeza.

  • La tristeza, es la respuesta a las pérdidas.
  • El miedo, prepara al ser para tener listo el cuerpo y huir de lo que nos amenaza.
  • La ira, sirve para prepararnos al ataque y la defensa.
  • La alegría, es respuesta a estímulos que nos generan agrado.
  • El amor, es una respuesta al agrado por otras personas y la búsqueda de contacto.
  • El sexo, es la energía que nos contacta con la vida para mantener la especie o por recreación.

Por cultura anteriormente había dos patrones muy claros: el masculino y el femenino. El masculino prohibía las emociones de baja energía, la tristeza, el miedo y el amor. El femenino prohibía las emociones de alta energía, la alegría, el enojo y el sexo.

 

El patrón masculino permitía enojo excesivo, alegría excesiva (incluso con sarcasmo e ironía) y una sexualidad rallante en promiscuidad.

 

La mujer por el contrario, se ha expresado con llanto, al llorar por tristeza, por enojo, por miedo, incluso por alegría. Actualmente estos patrones están siendo censurados en los hombres ya que no son bien vistos. El hombre ya no debe ser iracundo, agresivo y mujeriego-sexual o un alegre patán, esto limita todavía más cualquier manifestación emocional en el varón llevándolo a un modelo llamado analfabetismo emocional.

 

En la mujer empieza a ser permitido el ser alegre, el exaltarse y manifestar su sexualidad. Cuando este proceso avance más, tendrá amplio permiso para expresarse, aunque en este momento este tipo de mujer todavía provoca mucha envidia.

 

Paralelamente a este cambio, la cultura oriental fomenta mucho la no emocionalidad pidiendo transmutarla en energía positiva a través de la espiritualidad. Muy loable, pero finalmente también es otro factor para limitar la expresión de las emociones.

En este mismo sentido, un autor plantea la idea de que los psiquiatras, psicólogos y terapeutas practiquen la meditación y las terapias tibetanas a fin de transmitirlas en sus sesiones y ser un puente abierto a la percepción y manejo de las mismas.

 

Finalmente pienso que un modelo más sano e integral es aquel donde se desarrolla: el cuerpo, la mente, las emociones y el espíritu.

 

Cuando no se logra ese desarrollo integral, se observan diferentes formas de limitar estas emociones en cada persona, lo que la lleva frecuentemente a portar una o dos máscaras, por ejemplo:

  • Yo soy un enojón.
  • Soy una mujer miedosa.
  • Soy un hombre racional. Las emociones son de seres inferiores.
  • Yo soy una mujer sexy. Con eso domino a los hombres.
  • Soy un ángel. Todos me van a querer.
  • Yo vivo alegre pase lo que pase etc.

De aquí que doy título al artículo: ¿Qué máscara llevas puesta?… porque cada persona, en función de qué emociones maneje y cuáles no, elige sus máscaras predilectas y así va por la vida, mas repudia las que no puede expresar tanto para sí mismo, como para los demás.

 

El problema es que esto no queda solo en la postura que toma la persona, ya que el no manifestar emociones, trae repercusiones físicas, mentales y emocionales. A continuación enlistaré algunas:

  • La ira se relaciona con enfermedades como diabetes, colitis, gastritis.
  • La tristeza se manifiesta con resfriado común, diarreas, hemorragias, dolor del nervio ciático, entre otras.
  • El miedo, con enfermedades de la piel y problemas renales principalmente.
  • La falta de alegría, con enfermedades de la sangre.
  • La falta de aceptación sexual, con problemas menstruales, miomas o cáncer de próstata.

Este artículo va dirigido a ti como una invitación para regresar al patrón emocional con el que naciste, y puedas vivir una vida más sana plena y feliz ¡ANÍMATE!

 

Dr. José de Jesús Esquivel Rodríguez.

Entra en contacto con nosotros: carmensandovalcoach.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

tres × tres =

Solve : *
7 + 23 =